¿Quién no ha oído hablar alguna vez de la Posidonia? ¿Quién no ha contemplado, durante sus paseos veraniegos en la costa mediterránea, esas bolas misteriosas en la arena de la playa que, semejando un pequeño balón, nos animan a jugar con ellas?
Si alguna vez te has preguntado acerca de su procedencia, si te preocupa que el ser que las origina esté en peligro, te animo a leer este artículo.
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Posidonia oceánica es su nombre científico. A diferencia de lo que mucha gente cree, no es un alga, sino una planta (una fanerógama marina) pues, a diferencia de las algas, la Posidonia tiene hojas, tallo y raíces, así como flores y frutos.
Las algas aparecieron en los mares hace unos 1000 millones de años. En un momento dado, algunas algas se fueron adaptando a la vida fuera del agua, dando lugar a las plantas terrestres, que recurrieron a la diferenciación de tejidos y estructuras para la adaptación a ese nuevo medio. Sin embargo, hace unos 140 millones de años, algunas de estas plantas hicieron el camino opuesto a sus antecesores, volviendo a adaptarse a la vida marina. Es algo así como lo ocurrido con los cetáceos, que evolucionaron a partir de mamíferos terrestres, que a su vez se habían originado tras la evolución y diferenciación de organismos que vivían en el agua.
La Posidonia oceánica es una planta endémica del Mar Mediterráneo, es decir, que solo es posible encontrarla en éste. Otras plantas marinas del género Posidonia pueden verse en otros mares, pero ese ya es otro asunto.
Se encuentra desde en aguas muy someras hasta a profundidades de 40 m o incluso más. Como toda planta, requiere de la acción fotosintética para vivir, de modo que solo puede habitar en aquellas profundidades a las que llega la suficiente luz como para ello. Es en aguas muy transparentes, como las de Baleares, en las que puede llegar a habitar a profundidades superiores a los 40 m.
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Vive en aguas con salinidades de entre 33 y 39 g/l, por lo que no suele encontrarse en la desembocadura de los ríos, donde el agua dulce de los mismos disminuye la salinidad del mar. El rango de temperaturas de las aguas que tolera va de 10 a 28º, observándose una alta mortalidad de la planta por encima de 28º (luego veremos las implicaciones de esto con el cambio climático).
En cuanto a su distribución, decir que ocupa las áreas costeras someras del Mediterráneo, con una superficie de entre 2,5 y 4,5 millones de hectáreas. Crean un ecosistema muy rico, con hasta otras 400 plantas y 1000 animales que lo habitan.
Puede reproducirse sexual (mediante flores y frutos, menos frecuente) y asexualmente (por medio de rizomas o tallos horizontales).
La reproducción sexual, como si se tratara de una planta terrestre, tiene lugar cuando el polen de los órganos masculinos de la flor llega a los órganos femeninos. En este caso, ese transporte tiene lugar gracias a la corriente marina, que también transportará los frutos de la planta tras desprenderse de la misma, que flotarán a la deriva hasta que, tras rajarse el pericarpio (parte exterior del fruto), se precipita la semilla hacia el fondo marino.
La reproducción sexual le sirve a la planta pues, no solo para aumentar su variabilidad genética, sino para llegar más lejos de lo que le permite la propagación asexual.
Como decía más arriba, la reproducción sexual no es el medio más frecuente con el que esta planta se propaga. Ni siquiera las plantas producen flores todos los años.
La reproducción asexual, en cambio, tiene lugar mediante rizomas, que pueden ser tanto horizontales como verticales. Los horizontales irán generando nuevas plantas, mientras que los verticales harán crecer la pradera de Posidonia en altura, que irá colmatándose con los materiales de las corrientes que intercepta y con toda la biomasa que se genera en el ecosistema. Éste último crecimiento es el que da lugar a la conocida como “mata”, o acumulación de material orgánico bajo la pradera. Luego volveremos sobre ésto y veremos la gran importancia que tiene.

La expansión de la planta mediante rizomas horizontales es un proceso muy lento, ya que se estima que lo hace a un ritmo de entre 1 y 6 cm/año. El crecimiento vertical tiene lugar a un ritmo de 1cm/año.
Ese proceso de crecimiento vertical es el que facilita que en algunas zonas se formen arrecifes de Posidonia. En aguas someras, cercanas a la costa, normalmente de forma paralela a ella, en puntos de bajo hidrodinamismo, crecen las praderas hasta el punto de que las hojas de las mismas tocan la superficie del agua. En estos casos, se crea un auténtico “arrecife barrera” de Posidonia, como el del “Monumento Natural arrecife de los Bajos de Roquetas”.
Estos arrecifes se encuentran amenazados principalmente por la actividad humana, y en la actualidad son muy escasos.


El crecimiento en superficie de una pradera de Posidonia es muy lento, tardando del orden de 200 a 600 años en ocupar una hectárea de fondo. Podéis imaginaros que, entonces, para generar alguna de las grandes praderas de Posidonia del Mediterráneo que aún quedan, la planta habrá requerido miles de años. De hecho, la Posidonia está considera como el ser vivo más longevo del planeta, estimándose su edad máxima en 100.000 años.
El ciclo de la posidonia esta ligado a las estaciones. En invierno, con las bajas temperaturas del agua, el crecimiento es escaso, presentando las hojas un tamaño pequeño. Con el aumento de temperaturas en primavera, aumenta el crecimiento de las hojas, alcanzando en verano el máximo desarrollo. Sin embargo, en esta época, y debido a los organismos epibiontes (que crecen y viven en la superficie de la hoja), la pradera presenta un aspecto “sucio”, con las hojas cubiertas de esos organismos, que proveen a su superficie un aspecto irregular, rugoso y blancuzco.
Estos organismos dificultan la fotosíntesis, por lo que crecen poco las hojas en esta época. Posteriormente, en otoño, y propiciado por los temporales marinos, la planta se va liberando de hojas más viejas, que será frecuente encontrar en la costa mediterránea, en forma de arribazones.
Esos acúmulos de hojas muertas que llegan a la costa en otoño, de hecho, disminuyen la erosión producida por el oleaje en la costa. Además, debido a los restos de organismos epibiontes calcáreos que estas hojas presentan, generan arena para la playa.

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Otoño también es la época de floración de la planta. En otoño, habiéndose desprendido las hojas viejas, la pradera muestra un aspecto “limpio”, pues las nuevas no tienen organismos epibiontes. Durante el invierno y primavera maduran los frutos, alguno de los cuales generará plantulas que estarán flotando a la deriva intentando fijarse al sustrato.
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CARBONO AZUL Y MITIGACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Al igual que los bosques terrestres, las praderas o cualquier otra formación vegetal, las praderas de Posidonia oceanica pueden fijar y almacenar grandes cantidades de CO2 atmosférico, contribuyendo así a la regulación del clima del planeta.
Hablar de la Posidonia y de la capacidad de fijación de carbono de sus ecosistemas, es hablar de Carbono Azul. Pero, ¿qué es el Carbono Azul?
Pues bien, el carbono azul es aquel que es almacenado en los océanos, fundamentalmente gracias a ecosistemas como los manglares, marismas de marea y praderas marinas, entre las que se encuentra la Posidonia.
Este carbono almacenado, digamos, no está disponible para retornar a la atmósfera, o lo está en muy baja medida, por estar protegido por el ecosistema que lo genera. Mientras ese ecosistema siga vivo, seguirá manteniendo ese sumidero. Además, en el caso que nos ocupa, los sedimentos contenidos en la “mata”, por su alto contenido en taninos y lignina, son de degradación muy lenta.
De todo el carbono biológico que se captura en la tierra (es decir, el capturado mediante fotosíntesis), más de la mitad (el 55%) es capturado por organismos marinos (carbono azul). Son los manglares, praderas de fanerógamas marinas y marismas de marea los ecosistemas que mayoritariamente fijan ese carbono.
Y es que, las praderas de fanerógamas marinas, aún suponiendo tan solo el 0,1% de la superficie marina, almacenan alrededor del 15% del carbono que se encuentra en el fondo de los océanos. Y la suma de la superficie de praderas de fanerógamas, manglares y marismas de marea, que suponen menos del 0,5% de la superficie del mar, representan entre el 50 y el 71% de todo el carbono almacenado en sedimentos en los océanos. Esta pequeña superficie que suponen los sumideros de carbono azul, capturan y almacenan entre 235.000.000 y 450.000.000 Toneladas de Carbono cada año, lo que equivale a la mitad de las emisiones de todo el sector del transporte mundial (Nellemann et al, 2009).
Y es que las matas que pueden formar las praderas de fanerógamas marinas pueden llegar a alcanzar alturas del orden de 6 metros.

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El Carbono Azul, al contrario que el carbono que almacenan ecosistemas terrestres como los bosques, permanece almacenado, sin retornar a la atmósfera, durante mucho más tiempo. En el caso de la Posidonia, la explicación viene del hecho de que los restos de los rizomas que conforman la mata son muy ricos en lignina y taninos y, por tanto, más difíciles de degradar. Además, cuando la mata va adquiriendo cierto espesor, se dificulta la oxigenación de la misma, por lo que la oxidación es mucho más lenta.
Mientras que las hojas de Posidonia entran en la red trófica a través de los descomponedores, no lo hacen así los rizomas, que se incorporan a la mata. Así, en las praderas, se puede hablar de un carbono orgánico cuya mineralización tendrá lugar en un corto periodo de tiempo (correspondiente a las hojas fundamentalmente), y otro carbono fijado a largo plazo, durante milenios, (correspondiente a los rizomas y algunos sedimentos interceptados de la corriente marina por las hojas), estimándose que la parte del carbono que alcanza los sumideros a largo plazo (secuestro) representa entre el 10 y el 25 % del carbono total fijado por la planta (Pergent et al, 2012).
Del anterior documento de la UICN, rescato los siguientes tres párrafos, que creo que explican muy bien esta materia:
“Suponiendo un espesor medio de los sedimentos bajo Posidonia oceanica de entre 1 y 4 m, se estima que el carbono orgánico almacenado está entre 100.000 y 410.000 g C/m2 (Romero et al., 1994; Mateo et al., 2010 ; Serrano, 2011). Esto representa, a escala del Mediterráneo, del 11 al 89 % de las emisiones de CO2 producidas, mediante combustión de hidrocarburos fósiles, por los países mediterráneos desde el inicio de la revolución industrial”.
“Las islas Baleares, en el mar Mediterráneo, están rodeadas de praderas de P. oceanica muy extensas y de gran exhuberancia y vitalidad. Aunque existen muchas zonas en torno a las islas donde las praderas no han sido cartografiadas y donde las informaciones disponibles son escasas, se estima que la superficie total cubierta por P. oceanica alcanza casi 67.000 ha. Combinando dichas superficies y la tasa de acumulación de carbono a largo plazo, se estima que la captura global para las Baleares alcanzaría las 230000 Toneladas C/año, es decir 840000 Toneladas CO2/año. Comparando esta tasa de captura con las emisiones de CO2 de las islas, se estima que las praderas de P. oceanica que las rodean enterrarían el 8,7 % de dichas emisiones. La totalidad del almacenamiento acumulado en la mata equivaldría a 105 años de emisiones de CO2 de las islas”.
“Si bien se ha visto que el papel de Posidonia oceanica como sumidero de carbono (tasa de secuestro anual) es significativo, de las estimas presentadas se desprende que el verdadero interés de Posidonia oceanica en el ciclo global del carbono reside en el gran stock de carbono acumulado durante miles de años. Los esfuerzos deberían pues centrarse de forma prioritaria en la conservación de estos depósitos para evitar un eventual retorno a la atmósfera del carbono que contienen”.

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Además de la fijación del carbono, un metro cuadrado de pradera de Posidonia libera unos 20 litros de oxígeno al día, más del que liberan de media los bosques.
“LIFE Blue Natura” es un proyecto LIFE que comenzó en 2015, que tenía como objetivo la determinación y cuantificación de los depósitos de carbono generados por las fanerógamas marinas en Andalucía, así como analizar la evolución de los mismos en las próximas décadas.
Como indica la propia web del proyecto Blue Natura: “A pesar de los beneficios y servicios que ofrecen estos ecosistemas costeros, se encuentran entre los más amenazados de la tierra: se estima en los últimos años se ha perdido un 67% de los manglares de la tierra, un 35% de las marismas y un 29% de las praderas de fanerógamas marinas”.
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AMENAZAS
Del documento de la UICN “Las praderas de Magnoliofitas marinas del mar Mediterráneo: resiliencia y contribución a la mitigación del cambio climático” rescato el siguiente párrafo:
“Actualmente, la biodiversidad en el Mediterráneo se está viendo reducida debido a las presiones antropogénicas, la introducción de especies y al cambio climático. Tales presiones son ahora proporcionalmente mayores que en ningún otro lugar del océano global (Lejeusne et al., 2010); además de la intensidad de esas presiones, es de especial relevancia la velocidad a la que están apareciendo. La fuerte presión demográfica, los vertidos de residuos urbanos e industriales, el cambio climático y la sobreexplotación de los recursos vivos, están teniendo como resultado la degradación de los hábitats y la alteración de los ecosistemas, haciendo peligrar el patrimonio natural de este mar. El futuro de la biodiversidad en el mar Mediterráneo está íntimamente ligada a las iniciativas que vayan a ser llevadas a cabo por las sociedades humanas a lo largo de la próximas décadas”.
Entre un 2% y un 7% de esos ecosistemas sumideros de Carbono Azul de los que hablábamos se estima que se pierde anualmente, lo que constituye un ritmo de pérdida 7 veces mayor que hace medio siglo. Se dice que la pérdida de estos ecosistemas tiene lugar hasta 4 veces más rápido (en proporción respecto a lo que existe, no necesariamente en superficie) que el de los bosques tropicales.

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Respecto a la Posidonia oceanica, su extensión se ha reducido entre un 13 y 38% desde 1960, al menos en el mediterráneo occidental. Los factores que amenazan a este ecosistema son:
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Contaminación de las aguas por aguas residuales y otros vertidos
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Fondeo de embarcaciones de recreo sobre las praderas
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Transformación de la linea de costa para urbanización, construcción de paseos marítimos, obras portuarias, dragados, extracción de áridos,…
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Pesca de arrastre
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Calentamiento de las aguas
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Algas invasoras
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Contaminación
La Posidonia, como el resto de plantas marinas, es capaz de crecer en aguas con menos nutrientes que las algas, confiriéndole una ventaja sobre estas en aguas pobres. Sin embargo, cuando al contenido en materia orgánica disuelto en el agua o los nutrientes aumentan, las algas epifitas y plancton crecen con ventaja, dando sombra a la planta, que se verá perjudicada. Ésta es una de las grandes amenazas que se yerguen sobre Posidonia.
Así, los vertidos de las poblaciones costeras, que no se someten muchas veces a tratamientos que retiren la materia orgánica y nutrientes disueltos en las mismas, ponen en peligro las praderas por eutrofización.
También la piscicultura puede tener una influencia, cuando se sitúan las granjas de peces en zonas cercanas a las praderas de Posidonia, pues generan una zona de alta concentración de nutrientes y materia orgánica.
Por otro lado, la acumulación de un exceso de materia orgánica (procedente de vertidos) en el sedimento desata las poblaciones de bacterias degradadoras que consumen todo el oxígeno disponible en el sedimento. Entonces, en el sedimento anóxico, proliferan bacterias anaerobias, cuyos productos de deshecho (como el ácido sulfhídrico) penetran por las raíces de la planta y la envenenan (Ruipérez et al, 2012).
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Fondeo de embarcaciones
Un factor de amenaza importante son los fondeos sobre praderas de Posidonia. Las anclas y cadenas arrancan literalmente lo que tocan. En ecosistemas tan delicados y con crecimientos tan lentos como estas praderas, la que podría parecer “pequeña” afección, se convierte en una gran amenaza. Y sino, os invito a ver la Cala de Talamanca de Ibiza desde Google Maps. Esos círculos más claros que se observan son huecos que se han creado tras los fondeos de embarcaciones de recreo.
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Transformación de la linea de costa
La transformación de la linea de costa, que ha sido muy destructiva en muchas zonas del Mediterráneo, genera procesos de erosión y sedimentación a los que Posidonia no está adaptada, además de la turbidez a que pueden dar lugar en las aguas.
El crecimiento vertical de los rizomas es estimulado, hasta cierto punto, por la acumulación de sedimentos. Si esta acumulación es muy grande, la capacidad de la planta de crecer verticalmente no es capaz de superar la velocidad de sedimentación, por lo que puede morir sepultada. En cambio, si la erosión predomina frente a la sedimentación (lo que puede ocurrir por construcciones en la costa como espigones, o bien por actuaciones sobre los depósitos dunares), los rizomas pueden quedar al descubierto, siendo susceptibles de ser arrancados por las corrientes.
“Es el problema de la pescadilla que se muerde la cola. Un dragado sobre una pradera de Posidonia la destruye. Este hecho incrementa los efectos de los procesos erosivos sobre la costa, perdiéndose arena de las playas cercanas. Con el objeto de protegerlas, ya que son un motor de desarrollo turístico de la zona, se construyen diques y otras infraestructuras artificiales. Además se hacen dragados en los fondos marinos para extraer arena y regenerar las playas afectadas, lo que de nuevo provoca alteraciones en la hidrodinámica costera. Todas estas alteraciones afectan a otras praderas de Posidonia oceanica, por lo que el deterioro y los daños sobre las praderas, el medio marino y el litoral se van sumando, retroalimentando y extendiendo” (Ruipérez et al, 2012).
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Pesca de arrastre
La pesca de arrastre, aunque a día de hoy está prohibida en España a menos de 50 metros de profundidad, se sigue practicando ilegalmente. Produce grandes destrozos sobre los fondos sobre los que se practica.
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Calentamiento de las aguas
Según Gabriel Jordà, investigador del CSIC en el IMEDEA, “todos los modelos proyectan un rápido calentamiento del agua superficial del mar balear en verano a lo largo del siglo XXI, lo que daría lugar a un aumento de la frecuencia e intensidad de las olas de calor. De media, la temperatura en superficie del agua durante la época estival podría aumentar a finales del siglo XXI en 3,4 ºC. A partir del año 2050, la temperatura superaría cada verano los 28 ºC, provocando la aceleración de la mortalidad de Posidonia”.
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Algas invasoras
Son dos las algas invasoras que afectan o pueden afectar a la posidonia, ambas del genero Caulerpa. C. taxifolia fue introducida por un vertido accidental de un acuario de Monaco, y parece que no está prosperando. Sin embargo, C. racemosa (ahora conocida como C. cylindracea), que entró a través del Canal de Suez, ya ha llegado al levante español, y parece que, cuando las praderas no son muy densas (por estar a grandes profundidades o por estar debilitadas), si puede llegar a competir con ellas.
El Canal de Suez se abrió en 1869. La migración lessepsiana es el nombre con el que se conoce a la migración de especies marinas del mar Rojo al Mediterráneo a través de dicho canal. Estas migraciones, que hasta hace poco introducían especies que se quedaban “recluidas” en el extremo suroriental del Mediterráneo (por su mayor temperatura, más próxima a la del mar Rojo), parece que, actualmente, debido al calentamiento del Mediterráneo, pueden difundir especies más lejos, adentrándose en este mar.
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¿QUÉ SE ESTÁ HACIENDO?
Las praderas de Posidonia están protegidas por la Directiva Hábitats y otros instrumentos de protección.
Según la legislación pesquera europea, se prohíbe utilizar artes de pesca como el arrastre, el cerco o las dragas sobre fondos marinos que alberguen praderas de Posidonia y otras fanerógamas marinas (Reglamento CE nº1967/2006 del Consejo). Además, a nivel nacional, según el Real Decreto 1440/1999, de 10 de septiembre, la pesca de arrastre está prohibida a profundidades menores a 50 metros.
El gobierno de las Islas Baleares prohibió en 2018 el fondeo de embarcaciones sobre praderas de Posidonia. En su lugar, dispuso unas boyas “ecológicas” en puntos estratégicos, donde pueden amarrarse los barcos.
Además, en el año 2013, puso en marcha un servicio de vigilancia y asistencia en fondeo en el Parque Natural de Ses Salines.
Hay algún proyecto de repoblación con Posidonia, como la replantación de 1,5 ha en Pollença (Mallorca), en que colabora el IMEDEA. La repoblación como medida general, por si sola sirve más bien poco en estos ecosistemas de tan lento crecimiento y, sobretodo, persistiendo las causas que propician el declive del mismo.
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Silvia García, científica marina de la campaña Áreas Marinas Protegidas de Oceana nos comenta:
“En Baleares se han invertido muchos medios en evitar los fondeos en posidonia, con los fondeos ecológicos, con la información, con asistencia in-situ. Creo que se está haciendo un trabajo ejemplar, y del que se va a aprender mucho para su aplicación en otros sitios con la misma problemática”
En cuanto a las medidas para proteger a la Posidonia, comenta que:
“Hace falta mucha información, control y sanciones, tanto para las acciones que impactan sobre ella en el mar (fondeo, turismo masivo, pesca ilegal), como desde tierra (contaminación, construcción) y, por supuesto, prohibir el fondeo sobre el hábitat, no sólo en el papel, sino en la realidad, como está haciendo Baleares.
La importancia de la conservación y recuperación de los ecosistemas marinos para frenar el cambio climático es cada día más evidente. Desde Oceana divulgamos este hecho por todas las vías a nuestro alcance, mediante informes, en reuniones, conferencias, etc. y redes sociales. Los gobiernos deben tener muy en cuenta el mar. Creo que debemos ser optimistas, pero no confiarnos y seguir presionando y exigiendo, tanto a nivel individual como colectivo, más y mejores medidas para la conservación y recuperación de medio natural, y para frenar el cambio climático y otros impactos”.
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Por último, me gustaría recomendar el documental “Querida Posidonia”, del Escarabajo Verde, donde se hace un repaso a los problemas a los que se enfrenta este ecosistema.
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BIBLIOGRAFÍA
http://life-bluenatura.eu/en/home/
IMEDEA: https://imedea.uib-csic.es
Díaz, E. y Marbá, N., 2009. 1120 Posidonion oceanicae. Praderas de Posidonia oceanica (*).En: VV.AA., Bases ecológicas preliminares para la conservación de los tipos de hábitat de interés comunitario en España. Madrid: Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino. 129 p.
Nellemann, C., Corcoran, E., Duarte, C. M., Valdés, L., De Young, C., Fonseca, L., Grimsditch, G. (Eds). 2009. Blue Carbon. A Rapid Response Assessment. United Nations Environment Programme, GRID-Arendal.
Pergent, G., Bazairi, H., Bianchi, C.N., Boudouresque, C.F., Buia, M.C., Clabaut, P., Harmelin-Vivien, M., Mateo, M.A., Montefalcone, M., Morri, C., Orfanidis, S., Pergent-Martini, C., Semroud, R., Serrano, O., Verlaque, M. 2012. Mediterranean, Seagrass Meadows: Las praderas de Magnoliofitas marinas del mar Mediterráneo: resiliencia y contribución a la mitigación del cambio climático, Resumen / Mediterranean Seagrass Meadows : Resilience and Contr ibution to C lim ate C hange Mitigation, A Short Summary. Gland, Suiza y Málaga, España: IUCN. 40 páginas.
Ruipérez, M., Salazar, J.M., Alarcón, D., Verborgh, P., Meizoso, M.J., de Stephanis R., 2012. Posidonia en tus manos. Guía didáctica sobre las praderas de Posidonia oceanica. Proyecto LIFE09 NAT/ES/000534, Ed. CIRCE, Algeciras, 260pp
Ruiz, J.M., Guillén, J.E., Ramos Segura, A. & Otero, M.M. (Eds.). 2015. Atlas de las praderas marinas de España. IEO/IEL/ UICN, Murcia-Alicante-Málaga, 681 pp.